miércoles, 9 de marzo de 2022

ANTE LA GUERRA DE UCRANIA (III)

 (Tercera reflexión 9-3-22)

La frontera sur...

Como decíamos al final del anterior artículo vamos a conducir esta reflexión hacia un lugar extremadamente incómodo: la valla, el mediterráneo, negros y árabes... No soy yo quien ha relacionado esto con la guerra de Ucrania: tanto en España como en otros lugares de Europa se ha hablado de "refugiados de verdad", y se ha contrastado la brutalidad que están sufriendo las gentes de allí con la que nos espera a nosotros, víctimas al parecer de otra invasión "militar" premeditada. El apelativo "militar" respecto a esta situación viene de la extrema derecha... El establismen (o como se escriba) se ha conformado con hablar de violencia extrema, inusitada, etc... Bueno, es una forma, bien estéril, de lavar la conciencia.

Primero, nuestras premisas. Cristianas premisas. Las gentes de las vallas y las pateras son hermanos. Hijos de Dios, amados del Padre, que han costado, cada uno de ellos, la sangre total de Jesucristo. Son, como nos dice Él mismo, sacramentos de su presencia: son Cristo que viene. Todos ellos. Y, además de esta verdad, enunciada litúrgicamente y apenas creída, resulta que una porción enorme de ellos son buenas gentes, víctimas de situaciones límites, soñadores, personas con la vida en juego para salvar o ayudar a sus familias. Vienen de guerras (olvidadas siempre), vienen de miserias inauditas... huyen de dictaduras o de lugares en que generaciones enteras de jóvenes respiran con desaliento un mensaje que vive en el aire: no hay futuro... Otros, muchísimos de ellos, son enviados por sus familias: que al menos uno de los nuestros, desde las oportunidades que se encuentren en  el mundo rico, pueda ayudarnos... Oportunidades que en cientos de miles de casos consisten en la recogida de migajas de la mesa de Epulón: incluso esas migajas valen la pena, pues, por ejemplo, enviar a algunos lugares 100 euros o menos en un mes, puede suponer alimentos, medicinas, colegio para muchas familias... 100 euros mendigando a la puerta de un hiper, aparcando coches, haciendo alguna chapuza, trabajando en condiciones laborales increíbles en el campo, vendiendo en la manta...

Las enseñanzas sociales de la Iglesia les dan vergüenza a una mayoría de los pocos católicos que saben que eso existe. La criba es feroz, y todo queda reducido a alguna generalidad inoperante que habla de la "dignidad de la persona" o del "carácter humano del trabajo". La vergüenza, el ocultamiento proviene de la evidencia de que indagar un poco en esto comprometería hasta el tuétano, y que además, la cultura vigente desde ese establismen del que hablábamos, inmediatamente nos señalaría como utópicos ingenuos, comunistoides anclados en concepciones obsoletas, etc... Porque resulta que las vallas, el mediterráneo, los movimientos migratorios de carácter masivo, tienen que ver con dominaciones económicas, explotaciones ilegítimas de recursos, usura pura y dura por la que se perpetúan las deudas, negocios con oligarquías podridas de corrupción... Un no mirar a las personas, a cada una de ellas. Los brutales desequilibrios provocan pobrezas y huidas de la pobreza. Nuestra solución: la amenaza, la violencia, la crueldad y un mirar a otro lado...

Monseñor Agrelo, odiado por tantos católicos, es una voz al respecto. Una voz enamorada, sobrenaturalmente enamorada. Y por tanto dolorida hasta el extremo en ese compartir el sufrimiento de los otros. Yo, que soy más bruto, escribo esto: las vallas deben ser derribadas físicamente, entre cantos y oraciones; los policías deben desobedecer, y ser expedientados o despedidos por ello. Así liberarían el corazón del enorme crimen en el que están colaborando; los que llegan a la costa deben ser ayudados, y protegidos de las legales persecuciones. Se deben reconocer e identificar a los muertos, mutilados, heridos, desaparecidos. Nuestras sociedades deben romper el contrato que han establecido con gobiernos que actúan como sicarios... Sicarios que se hacen necesarios a estas sociedades que se defienden de los pobres, y que en la medida que saben que son necesarios se vuelven de cuando en cuando insolentes ante sus empleadores: si no me das esto o esto, o no se firma este acuerdo comercial, o tomas tal o cual postura política en contra de nuestros intereses, dejamos de hacer de sicarios y os viene una avalancha de pobres...

La guerra de Ucrania, con sus matanzas de civiles, sus hospitales atacados, sus niños muertos, son una de las muestras de cómo nos conducimos al negar la sacralidad de la vida. El despojar a los pobres de identidad, explotarlos allá o acá, usarlos cuando conviene y tirarlos cuando sobran, ocultar hasta la impudicia total sus sufrimientos, negarlos incluso, regar de cuerpos las rutas de estos mundos ("el desierto lo limpia todo"), convertir los mares en fosas comunes porque se les niega pasaje en el barco a los que carecen de una mierda de papel accesible sólo a quien tenga dinero o derecho de cuna... perpetuar para siempre las condiciones que hacen posible estos desequilibrios apocalípticos... y, al fin, recibir con brutalidad a los que intentan pasar, es otra muestra del camino a que nos conduce la negación de la dignidad humana.

Me han dicho que alguno se ha borrado de recibir estos mensajes: imagino que con este, que a mi juicio y vistas in situ ciertos lugares y ciertas realidades, me parece contenido y flojillo, se borrarán otros tantos. Bueno, como decía al principio y ahora que la guerra de Ucrania es atendida mediáticamente, no soy yo el que ha expresado el contraste: han sido los gobiernos que condenan a Putin y que apalean a hermanos migrantes y refugiados, y, sobre todo, esos representantes de cierto catolicismo sociólogico, enemigos de la cruz de Cristo y pisoteadores del misterio de la Iglesia. Son, evidentemente, llamados a conversión.

(Si Dios quiere, seguiremos)

lunes, 7 de marzo de 2022

ANTE LA GUERRA DE UCRANIA (II)

 (Segunda reflexión 7-3-22)

Refugiados

...No dejar a nadie atrás... El éxodo es gigantesco. Y visible, pues hablamos de una nación fronteriza con la Unión Europea, cuya zona occidental por ahora no está siendo devastada y además con buenas carreteras. Las historias personales que acompañan estos éxodos son desgarradoras. Sufrimiento sagrado decíamos en el anterior artículo... Muchas personas están respondiendo, las fronteras están abiertas para ellos, se habla de regularizaciones, de acogida... Nosotros mismos, recién empezada la guerra procuramos contactar con quien pudiera ayudar y de hecho entregamos bastante material. Algo que habrá que seguir haciendo, además de las iniciativas que se nos ocurran o se les ocurran a otros... Esto, esta respuesta, parece lo normal ante el sufrimiento ajeno y especialmente ante el sufrimiento inocente. Pero, ¿entonces?...

Desgraciadamente estamos ante una respuesta condicionada por varios factores: los medios hacen que la situación exista, los gobiernos en oposición geoestratégica y económica a Rusia y el bloque que pretende forjar, actúan como bloque frente a este otro y por tanto consideran a las víctimas como víctimas por su significado político y no por ser bebés, discapacitados, ancianos, niños y familias que huyen de una guerra.

Sólo hace unos meses miles de refugiados de otras guerras brutales que han ocasionado el desplazamiento de millones, eran frenados con violencia en la frontera de Lituania y Polonia. Se decía que era una maniobra de Lukashenko... es decir, que este dictador (si es verdad lo de la maniobra orquestada) amenazaba a la Unión, no con misiles, sabotajes, disparos... sino arrojándonos personas pobres fugitivos de conflictos bélicos... Y la Unión vivió esto como verdadera amenaza... Hubo palizas con resultado de muerte, incluso tirando los cuerpos a la zona bielorrusa, había numerosos bebés, embarazadas, ancianos... todos vistos como amenaza para la Unión. Como en la frontera de Grecia con Turquía, donde hace nada doce hermanos murieron de frío después de ser apaleados y despojados de su ropa por fuerzas griegas, aquí también hubo muertos de frío. El gobierno polaco militarizó la zona, la sometió a una especie de ley marcial para prohibir el acceso de la prensa, o de quien quisiera ayudar. Los vecinos fueron amenazados si ayudaban a esas familias de refugiados, se entraba en las casas de las aldeas a registrar... Aquí una anécdota que es más que una anécdota: una mujer polaca, disconforme con las medidas recibió en diversas ocasiones y de modo intempestivo la visita, bien de policías, bien de soldados para registrar su vivienda. En uno de los registros miraron hasta debajo de las camas, y entonces esta mujer les espetó una frase espantosa pronunciada en territorio polaco; les dijo dolorida e irónicamente: "no escondo a judíos"...

Este panorama no es marginal: Europa entera está llena de alambradas y patrullas militares, hay miles de personas varadas desde hace años, en la mas estrecha miseria, con sus familias miles de ellos, y sufriendo violencias inauditas. En las fronteras de Bosnia con Croacia, de Croacia con Eslovenia, de Grecia con Turquía, de Macedonia con Grecia, en todas las fronteras serbias, húngaras, búlgaras, rumanas, albanesas, miles sufren no sólo ante la indiferencia y el silencio sino en el desprecio explícito. Quienes hemos estado en tales lugares hemos visto también, como ahora en Ucrania, niños y niñas de toda edad, bebés, embarazadas, gentes en sillas de ruedas, personas desesperadas, asustadas, con testimonios gráficos de los horrores pasados en sus respectivas guerras... Estos, que ya hace tiempo dejaron de existir para los medios, hoy han desaparecido totalmente. Recuerdo con pesar a un caballerete de Comillas, tertuliano de La Sexta, comentando la maniobra o supuesta maniobra de Lukashenko: lo comparaba con la oleada de refugiados de 2015-2016 para concluir con unas palabras tremendas: "con todo el perjuicio que aquello supuso para la Unión Europea"... Sin ofender, espero que este señor sea sólo imbécil, porque así la responsabilidad se mitiga... Nadie le dijo nada ante un aserto que podría haber emitido un jerifalte de Vox... Sí, todo aquel sufrimiento, aquellas vejaciones, aquellos muertos y heridos en territorio europeo... todos sus periplos para llegar desde Afganistán, desde Irak, desde Siria, toda la experiencia pasada allí, todos los llantos y gritos que contemplamos, la estupefacción, la incertidumbre, los partos al aire libre, los suicidios, los golpes, los disparos, los perros de presa, las heladas, las noches empapados, las picaduras, fiebres, accidentes, los blindados en ciertas fronteras, los asaltos en las montañas por parte de comandos encapuchados o no cuyo modus operandi sistemático era y es: dinero robado, pasaportes quemados, medicinas destruidas, mochilas quemadas, móviles destruidos, despojamiento de ropa, paliza, amenazas de muerte y para atrás, de vuelta al otro lado de la frontera... todo esto y más... era un perjuicio para la Unión Europea. Unos gobiernos que decían que ya  no cabía nadie más, que saben de los millones de refugiados que hay, en condiciones miserables, en Líbano, Jordania, Turquía, y que ahora dice que tiene capacidad para acoger a millones...

Uno imagina la profunda humillación que están viviendo muchas personas, con sus bebés a cuestas y sus niños pequeños agarrados a sus manos cuando perciban que para determinados gobiernos y para grandes sectores de determinadas sociedades, sus pequeños no valen lo mismo que esos otros inocentes que están siendo socorridos. Entonces y al fin esto supone un sutil atentado a la propia dignidad de los ucranianos acogidos: porque, como decíamos más arriba, no son acogidos por su intrínseca dignidad personal sino que ésta es invocada a causa de un significado político. Por eso mismo, como sucedió en la guerra de los Balcanes y en tantas otras, en esta misma guerra hay ya sufrimientos que nadie va a valorar como tales sufrimientos, aunque estén encarnados, también, en niños, en bebés, en ancianos, en familias: por ejemplo, las casi doscientas mil personas que han huido del Donbass a territorio ruso.

No dejar a nadie atrás en nuestro corazón. Aunque no pudiéramos hacer nada tangible en favor de ellos, un cristiano sabe de su identidad: Cristo mismo se ha identificado con todos los que sufren, Dios no olvida a nadie, a nadie, inocente o culpables, tanto más cuando se trata de niños, cuando hay presencia de niños.

Si Dios quiere seguiremos con estas reflexiones: hablaremos de otras fronteras, las del sur, de otros hermanos de los que se pretende con violencia que sí les dejemos atrás en nuestros corazones e ncluso que les condenemos.

domingo, 6 de marzo de 2022

ANTE LA GUERRA DE UCRANIA: NO DEJAR EN NUESTRO CORAZÓN A NADIE ATRÁS

Primera reflexión (6-3-22)

 Escribo como cristiano, en la convicción de que el Padre ama a todo hombre y mujer que ha caminado, camina o caminará en la historia.

Siento la necesidad de expresar algunas ideas que borbotean en mi corazón en estos días. Si sirven a alguien, ahí van, con más o menos desorden. Son críticas con la generalidad de las posiciones que a día de hoy se están expresando, aunque respetuosas con ellas por la manifiesta buena voluntad de muchos de los corazones de las que brotan.

Hoy, domingo 6 de marzo, no sabemos qué va a ser de esta historia... si será una guerra encapsulada en aquel territorio, si se extenderá a otros, si se descontrolará totalmente, si la humanidad conocerá otra vez bombas atómicas sobre poblaciones llenas de gente indefensa y de niños.

En la mentalidad de Putin -como en la de muchos otros- sí entra y ha entrado la opción de matar, tanto por pragmatismo como a sabiendas, a inocentes. Las intervenciones en Chechenia o en Siria, por ejemplo, lo muestran sin ambages. Es lo que está pasando en Ucrania, en una escalada objetiva que traerá mucho más sufrimiento. Esto es un hecho, pleno de significado, y que supone una radical injusticia y un profundo desamor. No tiene justificación, en la medida de la radicalidad de la injusticia, aún cuando se sufrieran amenazas reales. Obviamente este último aserto no lo cree casi nadie.

Desde esta premisa, la de la visión del hecho como profundamente injusto e injustificable, se amplía la visión... y viene el desconcierto. Querría que este escrito fuera una bocanada de esperanza sobrenatural y una llamada a un amor de no es de este mundo pero que se enraíza aquí. Sin embargo y antes de adentrarnos en esas visiones cristianas debemos situarnos en unos cuantos lugares incómodos, unas cuantas nociones desaparecidas habitualmente de los debates públicos, y ahora radicalmente desaparecidas. En primer lugar, el que haya quien de repente haya descubierto "la guerra"... Se sigue con la cantinela de la supuesta adultez, y el consiguiente "¡en pleno siglo XXI!". Hace poco se decía "¡en pleno siglo XX!"... Bueno... son los dinamismos del siglo en curso los que hacen posible esta guerra y las ignoradas y vigentes... Se trata de guerras de alto calibre y con innumerables víctimas, o de guerras enquistadas, intermitentes u nunca acabadas; o de otras guerras oficialmente terminadas y sin embargo activas en diversas zonas; otras, localizadas desde el principio en regiones de las que los respectivos Estados carecen de control y están dominadas por grupos armados con eventuales confrontaciones con ejércitos o grupos rivales... Todas están ocasionando millones de víctimas entre muertos, heridos, desplazados, empobrecidos, enfermos, etc... Todas tienen dos denominadores comunes que las distinguen de la guerra de Ucrania: en primer lugar, no le interesan a nadie. Nadie va a contar sus muertos ni sus historias. No tienen rostro. No hay niños sufrientes. No existen para la mayoría. La otra diferencia es que tales guerras afectan a los poderes del mundo (implicados en ellas de uno u otro modo) sólo de modo indirecto. La guerra de Ucrania no se diferencia en sufrimiento humano (y por tanto, sagrado) de estas otras, pero afecta de modo directo, directísimo a tales poderes y las sociedades que los sustentan. Por eso puede derivar en una guerra internacional, e incluso nuclear... Nosotros, por puro respeto a los que sufren en Ucrania, para que ese respeto sea real respecto a su dolor y no con ocasión de que salen en la tele y hasta que dejaran de salir, no podemos dejar atrás en nuestras almas a los otros, a millones de hermanos cuyas vidas también son sagradas... Yemen, Siria, Israel-Palestina, Kurdestán, zonas de Irak, de Afganistán, de Pakistán, de Cachemira, del interior de China, de Malaysia, Burma, Filipinas... Etiopía, Somalia, Libia, SurSudán, Centroáfrica, regiones de Egipto, Nigeria, Mali, Camerún, Congo, Mozambique, Burkina, Chad... la guerra de los narcos y las maras en México, Colombia, Honduras, El Salvador, Guatemala, etc

Respecto a todas estas situaciones y muchas más de pasados recientes, creo que es moral y espiritualmente relevante el saber que hoy, los gobiernos de los llamados países "aliados" le digan al señor Putin: oye, que no te es éticamente lícito invadir un país, que no es ético matar civiles... Sí, hemos leído y escuchado bien: gobiernos como los de Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto de los "aliados" le dicen -ellos- a Putin que matar civiles es malo... Bueno, esto, por el origen ideológico y no real de la condena, es infructuoso: no va a cambiar el corazón de nadie implicado porque ni siquiera tiene poder para impactar en tales corazones. La historia lo demuestra. Brutalmente.

Gandhi, Dorothy Day, Tonino Bello...

A día de hoy casi nadie cree en lo que ellos defendieron: no sólo la no violencia para las luchas sociales contra la injusticia sino la no violencia activa -y bien activa- contra la guerra. Nada más y nada menos que contra la guerra. Por amor, amor sobrenatural. Suficientemente acogido en muchos corazones como para que se actúe como "pueblo", como comunidad que lucha por su libertad con la convicción de no querer dañar a sus enemigos. Esto -que nadie lo predica, que exige previos espirituales, líderes con espíritu martirial...- significa ante una invasión y entre otras cosas: interposiciones corporales para impedir o dificultar los avances, huelga general indefinida asumiendo las represalias, obstáculos físicos en carreteras, puentes, etc, sabotajes no sangrientos pero constantes; oraciones, cantos, manifestaciones de identidad cultural públicas y ante los agresores, redes de evasión para fugitivos, refugiados, señalados especialmente por el agresor, no colaboración sistemática en administración, logística, economía, etc; uso de tecnologías para romper la censura en el país agresor y hacer llegar a sus gentes la realidad de un pueblo que no se doblega, que sufre injustamente pero que no quiere dañar a nadie: así se puede quebrar la propaganda del agresor y encender la mecha de la oposición en su propio pueblo... Este es el espíritu con el que se enfrentaron muchos indios, por ejemplo, a la brutal matanza masiva ordenada por el general Dyer; el espíritu por el que la sierva de Dios Dorothy Day perdió 90.000 de los 150.000 suscriptores de su periódico por predicar estas locuras en plena guerra mundial; el espíritu por el que el siervo de Dios Tonino Bello movilizó a muchos para ir desarmados a la guerra de Bosnia a mediar,  ayudar, morir...  Morirían muchos, claro... ¿Acaso no mueren hoy? Legítima defensa, claro. Es cierto, y quien no sintiera su corazón fortalecido desde lo Alto para andar por esos caminos, debería defender a los inocentes como pudiera. Con un arma... Pero cuidado con ideologizar esa legítima defensa, con usar el concepto como justificante inicial y total... porque al final se puede responder a una agresión quemando a miles de inocentes en Hamburgo, Dresde o Tokio, o volatilizándolos en Hiroshima o Nagasaki...

(seguiremos si Dios quiere)




sábado, 11 de abril de 2020

ÚLTIMAS NOTICIAS!!!

(Del teletipo de A.N.E.P.RU.PO.FA.DEC)
ÚLTIMAS NOTICIAS: EL MUNDO EN 24 HORAS.

HOY han muerto a causa del hambre, la malnutrición y enfermedades atendibles pero no atendidas entre 30 y 40.000 personas.
HOY las guerras y conflictos armados en vigor, algunas noticiadas en algunos lugares y la mayoría sencillamente ignoradas, han provocado la muerte, heridas, discapacidades y desplazamientos a un número indeterminado de millones de personas.
HOY varios millones de personas privadas de libertad continúan cautivas.
HOY varios millones de personas cautivas han sufrido torturas, malos tratos, violaciones, vejaciones, insultos, chantajes y amenazas a ellos y sus familiares.
HOY han recurrido a la mendicidad para sobrevivir varios millones de personas.
HOY han ido a trabajar a las minas, a los campos, a las fábricas, varios millones de niños.
HOY han acontecido varios miles de secuestros y traslados grupales de mujeres y niños para ser prostituidos a la fuerza.
HOY han perdido el trabajo, las tierras y los medios para el sustento básico, absolutamente básico, de sus familias varios millones de personas.
HOY millones de mujeres y niños han recorrido innumerables kilómetros para acarrear agua escasamente potable
HOY han sido vejadas, agredidas (algunas a muerte) y violadas varios millones de mujeres.
HOY ha habido transacciones comerciales en las que se han vendido y comprado órganos humanos obtenidos tras asesinato y/o ejecuciones.
HOY ha sido violada la dignidad humana de millones de trabajadores brutalmente explotados.
HOY millones de personas pertenecientes a los "pueblos indígenas" han vivido agresiones, expulsiones, ninguneamientos y burlas.
HOY millones de discapacitados pobres han visto sus potencialidades nuevamente obviadas cuando no negadas.
HOY millones de no nacidos han sido sencillamente eliminados
HOY varios millones de personas en soledad siguen solos.
HOY se han suicidado varios miles de hombres, mujeres y niños.
HOY han sufrido violencias miles de no agresores a causa de su aspecto.
HOY han muerto sin calor y compañía millones de personas.
HOY la Hermana Madre Tierra ha vuelto a recibir millones y millones de toneladas de desechos.
HOY la pandemia de coronavirus es noticia de primer orden porque afecta a países ricos que no tienen fármacos al efecto ni vacuna.
(...)
HOY más de siete mil millones de personas de este mundo han sido convocadas desde instancias misteriosas a un Amor que no es de este mundo.
HOY no se ha excluido a nadie de esta llamada: los que pueden expresarse y los que no, los que mantienen la conciencia y los que no; incluso los que aún no tienen forma humana... Todos, sin excepción han sido llamados.
HOY algunos de los llamados han respondido y en este día han acontecido perdones y amores, reconciliaciones y descubrimientos.
HOY se han compartido bienes y vidas, y muchos han entregado la vida en favor de otros.
HOY se han alzado miles de brazos y de cantos y de oraciones de súplica, de alabanza, de dolor y de alegría en las iglesias, en las mezquitas, en las sinagogas y en toda clase templos...
HOY cristianos de todo el mundo esperan la resurrección y abrazan en su alma a todas las gentes, de todo lugar y toda época.
HOY la bondad de Dios se refleja en millones y millones de rostros...

Recibido de A.N.E.P.RU.PO.FA.DEC (Agencia de Noticias en la P... Ruina Por Falta de Clientes)

lunes, 19 de agosto de 2019

Rezar por Salvini y anunciar la verdad

Hay cosas que son sencillas... el amor es sencillo, aunque nos traiga complicaciones que nos pueden acarrear incluso la muerte. Lo cual, desde la Verdad, no sólo no es inconveniente sino que puede ser un gran regalo. Sencillo es saber que Salvini no ama a estas gentes rescatadas de las que se burla incluso. La cosa es seria. Sus seguidores jalean sus palabras con palmas y risotadas. Otros, que no usan de la franqueza de este hombre, miran a otro lado, calculan, regatean, disfrazan acciones represivas de grados brutales... es decir, tampoco aman. Tremendo, pues todos estamos llamados a amar porque previamente, en un previo que no se puede discernir y que desafía todos los males en que sufrimos y los absurdos que nos atormentan, somos amados.
El amor es sencillo: querer, en verdad, el bien de los otros. De todos los otros. Resistir mediante el bien, un bien tangible, que no calcula, que es arriesgado según el mundo. Preciso es, de una vez, que lo corazones inquietos comiencen a mantener reuniones discretas y apasionadas en que se hable con  pasión sobre los modos y medios que hay que buscar para sortear leyes y fronteras injustas y letales. Técnicamente es posible: las mafias lo hacen. A cambio de dinero. Nosotros, creyentes en la gratuidad absoluta del amor de Dios, ungidos en el Ungido para hacer el bien en sábado, frente al Herodes que quiera impedirlo... ungidos para subir a Jerusalén y escandalizar a las autoridades reconociendo al Cristo de Dios allí donde el mundo no le reconoce... en esas balsas y pateras... nosotros podríamos hacerlo, deberíamos hacerlo, por amor. No sabemos cuál es el grado de bondad de los que suben a esas barcas; más o menos, santidades y mezquindades... Tampoco sabemos el grado de urgencia de los que huyen de sus naciones... salvar la vida, hambre, esclavitudes... o salir del ostracismo, de míseras situaciones que propagan por el aire como una peste la convicción y la realidad de ausencia de futuro... Otros son enviados para poder ayudar a los que quedan atrás, para alimentar y curar con sus eventuales envíos a quienes malviven y no tienen medios para atender enfermedades... Sabemos que hay niños, sabemos que son hermanos... y sabemos que los que reaccionan de modo espontáneo ante la visión de los niños hablando de mafias, de chantaje, de manipulación emocional, para negar la ayuda inmediata... andan en terreno peligroso: un terreno del que hoy no se habla y que tiene que ver con la vida eterna.
El amor es sencillo. Y fuerte: no está sujeto a las políticas de este mundo. Tristes juegos respecto a los que pocos quieren quedar al margen, un margen que se llama disidencia, resistencia, insurrección orante y no violenta. Gloriosa ilegalidad por la que pudiéramos rescatar a los que van a morir en el mar y conducirlos a playas, y acogerlos, y amarlos... haciendo una sonora trompetilla, mística pero trompetilla,  a los poderes del mundo y sus uniformados y obedientes lacayos. Que, como los otros, son amados en ese previos eterno. Y por eso, llamados a desobedecer, por ejemplo, las órdenes de Salvini o de cualquier otro de izquierda o derecha que crea un deber cerrar las fronteras. En el desafío entra rezar explicitamente por Salvini y su gente.

domingo, 17 de febrero de 2019

VOX: UNA NUEVA OFENSA A DIOS…
La política no se puede sustraer de referencias antropológicas, morales, espirituales. Es decir, de una visión del hombre y de la historia. Decimos «nueva ofensa» porque el panorama que hoy ofrece la generalidad del mundo de la política no se corresponde con la visión que de la persona humana custodia la Iglesia como depositaria de la plenitud de la revelación…
Entre las alternativas que brotan al interior del que hoy es sistema dominante (dios referencial absoluto y exento de críticas esenciales), o en los aledaños del mismo, aparecen en un país tras otro las ofertas de la derecha tradicional presentadas con nuevas energías y con ánimo mesiánico frente a la «disolución de los valores»… Sus contornos fundamentales son fácilmente reconocibles: autoridad y glorificación de la policía frente a los delincuentes; familia, entendida como estable, de clase media, frente a los inmorales; ejército, como compendio de virtudes y valores; unidad nacional sagrada frente a los separatistas, es decir, frente a gentes que cuestionan una verdadera divinidad para proponer otras o no; tradiciones de religiosidad popular como expresión de religión frente a la izquierda que blasfema… y firmeza ante el nuevo enemigo: no ya los comunistas, antiguos demonios de la derecha tradicional, o los judíos según algunas de las variantes de esa derecha… sino los migrantes y refugiados que intentan entrar como pueden porque la ley les ha cerrado las puertas.
Una de estas irrupciones es Vox. Hasta ahora el catolicismo sociológico se ha dirigido al Partido Popular como opción connatural…y vaya usted a saber qué clase de mecanismos operan para que muchos católicos configuren de tal manera su vida como para contemplar algo como el PP identificado con el catolicismo. Es bueno recordar aquella aclaración fundamental que el señor Rajoy expresó en público durante una intervención congresual de su partido. Lo hacía para atacar a los nuevos políticos regeneradores de la izquierda débil que algunos se empeñan en seguir llamando «extrema izquierda». La frase en cuestión era ésta: «algunos piensan que la política es el sermón de la montaña…»… Una buena aclaración… el sermón de la montaña como humo, poesía desvinculada de la historia, irrealidad, romanticismo, ingenuidad…
Bien, esto es lo que queremos precisamente confrontar aquí: el contenido de ese sermón de la montaña, de lo que el propio magisterio de la Iglesia proclama, frente a lo que dice y defiende Vox.
No vamos a hacer una exposición detallada y ordenada de propuestas comparadas, sino un mero comentar, según se nos vaya ocurriendo, lo que vemos como verdadera antítesis…
Vox no cree en el sermón de la montaña, no cree en el amor a los enemigos, en hacer el bien al que hace el mal, en no reclamar lo prestado, en dar el doble de lo que nos pidan, en no condenar, en ofrecer la otra mejilla… No es que no lo vivan, pues sin gracia nadie puede vivir esto, sino que no lo creen porque sus propuestas contradicen estas verdades.
No creen en aquello de «fui forastero y me acogisteis». Según ellos no viene Cristo sino un enemigo, incluidos los bebés y los niños. Fomentando lo más bajo de la condición humana, dicen que vienen a traer enfermedades, a robar puestos de trabajo, a vivir del cuento por medio de ayudas sociales que son negadas a los españoles… Enfermedades, es decir, enfermos… nosotros tenemos la vida y el testimonio de Santa Teresa de Calcuta, de San Camilo de Lelis, de San Juan de Dios, de Damián de Molokai, de miles que sufrirían y se avergonzarían de escuchar a alguien predicando el rechazar a pobres por la posibilidad de que estén enfermos… «Estuve enfermo» nos dice Cristo…
No creen en la comunión de bienes, ni el origen y destino universal de los mismos, ni en la opción preferencial por los pobres, y por eso mismo, por no creer en esto que proclama la Iglesia (al parecer con escaso eco entre sus hijos, pastores y fieles), predican que el que se atienda sanitariamente a cualquier persona es un robo a los españoles. Que compartir es antieconómico, que Dios se ha equivocado al revelar esto con insistencia milenaria y a través de su Iglesia, de sus santos.
No creen a los Padres de la Iglesia cuando calificaban el estado de cosas en que unos mueren de hambre o languidecen en las miserias, como de homicidio y robo organizados. Es decir, consideran demagogia y populismo denunciar un orden de cosas que provoca injusticias hasta la muerte. Entre otras cosas porque los muertos son extranjeros que bien en países pobres o empobrecidos o sometidos. Es decir, porque no se trata, a día de hoy, de españoles. Y los españoles que sufren de injusticias terribles, deben estar alegres de contribuir con sus sacrificios –el de ellos- al combate contra el déficit público y el fortalecimiento de los mercados. No creen en la Sollicitudo rei sociales que escribió San Juan Pablo II, ni en todo lo demás que al respecto se ha proclamado.
No creen en la realidad de «quien quiera ganar su vida la perderá» y por eso su propaganda se basa en excitar una competencia entre pobres en la que unos tendrían preferencia sobre los otros a causa de su partida de nacimiento. No creen en la gratuidad del amor y el que esta verdad rija el mundo de la política.
No creen en la no violencia, ni como opción personal ni como opción comunitaria, política, es decir, como lo que reclamaba San Juan Pablo II para las relaciones entre pueblos y naciones y como modo de abordar los conflictos desatados… Para Vox esto es una estupidez; su mera propuesta, su mera verbalización constituiría un atentado al carácter sagrado (?) de las fuerzas armadas, de la historia de la propia nación, de su honor y etc. Por tanto no creen que haya que prestar atención a las acciones militares que matan a civiles.
Por supuesto no creen en la purificación de la memoria, reclamada por Juan Pablo II no sólo como acción espiritual de la Iglesia sino como cometido de los pueblos. Lo pidió en el año 2000, que unos a otros se pidieran perdón por los agravios históricos… ningún gobierno lo hizo. Y Vox representa la respuesta del nacionalismo ofensivo y sin complejos de quienes quieren una glorificación mítica de los pasados bélicos propuesta como ejemplo de firmeza moral y de amor a la patria para el devenir presente.
No creen en el perdón, que sería signo de mera debilidad y aún de complicidad con el mal. Por tanto no creen en la justicia restaurativa. Creen que esa justicia restaurativa, inexistente hoy, significa vejar a las víctimas. No conciben otra opción que la proporcionalidad del castigo, contemplado éste como respuesta única y cerrada en sí. Su espíritu contiene, a modo de semilla, lo que reclaman muchos de sus oyentes entre el pueblo y que no dudan en explicitar: la restauración de la pena de muerte.
No creen que se deba prestar la más mínima atención, ni nombrar siquiera el problema, respecto a malos tratos y torturas infligidos por representantes de la ley o de la milicia, cuerpos cuyos integrantes no tienen pecado original… Y menos aún si las víctimas son extranjeros pobres. Porque no creen ni en el amor a los que hacen mal, ni contemplan como grito que clama al cielo los ataques a los extranjeros, «vosotros, que fuisteis extranjeros en Egipto»…
No creen en el vínculo que tiene la defensa de los no nacidos con la defensa y el amor universal a los más débiles. Por eso pueden denostar el aborto y a la vez ignorar las necesidades reales de familias pobres, de mujeres pobres, y aún despreciar la vida de los bebés y niños que malviven y mueren al otro lado de nuestras infames fronteras. Es un antiabortismo ya conocido (Reagan, Trump, Orban…) y falso y estéril.
No creen en la vivencia de san Francisco o de tantos otros respecto al sufrimiento gratuito de las criaturas y por eso consideran traición patria la mera discusión respecto a la tauromaquia o la caza deportiva o las tradiciones populares en que se tortura a animales… Por supuesto no creen en la Laudato si, esta encíclica escrita por Francisco y plagada de retos profundos a los que nadie quiere escuchar desde el mundo de la política porque significaría poco menos que pasar a la clandestinidad y la disidencia.
No creen en la presencia del Espíritu en el mundo de las religiones no cristianas. Y concretamente y negando una actividad magisterial de la Iglesia a la que se han entregado ya seis Papas sucesivos, desmienten las relaciones entre cristianos y musulmanes predicando restricciones y prevenciones insultantes respecto a los seguidores del islam.
No creen en la doble advertencia expresada por Francisco en la exhortación sobre la llamada a la santidad Gaudete et esxultate: sobre quienes pretenden oponer las cuestiones de bioética, que serían importantes, frente al drama sangriento de la inmigración, que no lo sería; y frente a quienes dicen defender la vida de los no nacidos pero se muestran indiferentes u hostiles hacia la vida amenazada de niños ya nacidos, en peligro a causa de la injusticia, la guerra y el desamparo o rechazo contra los que huyen de esas guerras y esas injusticias. Fugitivos que van acompañados de sus hijos y de sus embarazos… No creen en nada de esto, y por eso predican la construcción de muros, «como Trump», de intervenciones militares en las fronteras, de miserables redadas para cazar y expulsar a quien no tenga una mierda de papel emitido por los hombres y cuya validez no se confronta con la ley de Dios, es decir, con el amor y el respeto y el derecho debido a toda persona, y más si es un niño, si es un pobre, un enfermo…
No creen en los ejemplos universales de quienes hoy va proponiendo el Espíritu como modelos… Oscar Romero, Jagerstater, Dorothy Day, Primo Mazzolari, Rovirosa, Tonino Bello, Christian de Chergé… y tantos otros y otras que son ignorados por este catolicismo sociológico simpatizante de Vox, porque sus vidas y sus actitudes y creencias contradicen una por una las actitudes y propuestas de este partido…
Y porque no creen en nada de esto reciben la felicitación de estos adalides de los valores evangélicos como son David Duke (dirigente del Ku Klux Klan), Banon, Salvini, Le Pen, Bolsonaro… y todo el cuadro cosmovisivo al que pertenece este partido y que nada tiene que ver con la gracia, el amor y la fe en Jesucristo por mas procesiones de semana santa y más sabatinas legionarias que quieran blindar legalmente…
Hablamos de la derecha de siempre, de ese dios-patria-familia, en que Dios es ofendido en sí a través de la idolatría patriotera y en sus hijos más pobres, la patria manchada por una falsa divinización que impide cualquier corrección histórico-moral y ensalza bellaquerías crueles, y la familia reducida a familia burguesa, desprovista del ser iglesia doméstica, profética… hasta llegar a identificar el bien con el patrimonio, como reza esa repugnante clasificación en que algunos sujetos son definidos como miembros de «buena familia»… ¡Tela!
El deseo de este bosquejo de clarificación es dar alguna luz y pistas para el debate. El deseo más profundo es que los católicos se gocen de serlo por gracia de Dios y reconozcan la verdad toda, los bienes espirituales que se les han dado de modo gratuito para ser repartidos de modo gratuito. Verdad enamorada, bella, ardiente, resplandeciente ante la degradación que representa el odio explícito enunciado por Vox contra extranjeros pobres. No ya sólo el mal que significa el odio y deseo de mal hacia delincuentes, sino el deseo de mal hacia personas por su ideología separatista, por su confesión religiosa islámica y en fin y como enfatizan ellos mismos, el deseo de mal, de cacería, grilletes, deportación, humillación, entrega a la miseria o a una probable muerte de las que luego no queremos saber nada, hacia personas que no tienen la mierda del papelito oficial por el que se les pudiera considerar un poquito ciudadanos como para evitar de momento la persecución…
Hay un deseo aún más profundo para este escrito. Deseo que materialmente se desvincula de cualquier efecto tangible que pudiera tener el texto aquí presente por la sencilla razón de que a las personas a las que se refiere no va a llegarles nunca. Se trata entonces de un deseo que opera en ámbitos solo sobrenaturales. Es el deseo de que los señalados aquí como responsables de esta nueva ofensa a Dios, los señores Abascal, Smith y los demás concentradores del voto del catolicismo sociológico, así como los que en el mundo se sostienen gracias a esa derecha tradicional que falsifica la religión (Trump, Duterte, Bolsonaro, Salvini, Orban y todos los demás) encuentren a Jesucristo. De verdad.
Este es el deseo. Ahora viene la pregunta provocadora y en cuya composición nos ha parecido a bien incluir lenguaje cervantino en aras de la expresividad… Si lo anteriormente dicho sobre lo que no cree Vox es así, aunque todas esas negaciones no fueran compartidas por todos o en el mismo grado; si las proclamas públicas de Vox contradicen groseramente el sermón de la montaña… ¿por qué demoníacas pelotas ese partido se sostiene, crece y seguirá creciendo merced a los votos de una multitud de personas que se autocalifican de católicos y que les votan o les votarán por eso mismo?

ÚLTIMOS Y PRIMEROS: EL TRÁNSITO DEL SEBAS

Ayer murió el Sebas. Mejor dicho, marchó a la Casa de la Vida. Convicción ésta que nadie nos puede arrebatar. Le conocí hace algo más de un año y nos vimos en contadas ocasiones; nada en comparación a los que han vivido con él. Le conocimos cuando conocimos a la gente de Bocatas, un grupo peculiar de cristianos que desde hace más de veinte años están por la Cañada Real compartiendo su amistad y sus bienes con los yonquis y otros hermanos malvistos por la mayoría.
Cruzarnos con los de Bocatas, Chules a la cabeza, ha sido para nosotros un regalo de Dios... Unos católicos que andan habitualmente con gente despreciada, que rezan y comulgan, que se comportan como ácratas espontáneos y festivos desechando formalidades burocráticas, la doma de las subvenciones y todo ese lenguaje repulsivo-administrativo por el que las personas, los hermanos, Mengana o Zutano... el Sebas, se convierten en "usuarios" para engrosar dossieres e informes elaborados tras la barrera de una mesa de despacho... Unos cristianos que están dejándose ensanchar el corazón para abrir los horizontes y acoger a quien sea de entre los últimos de nuestra tierra... Cruzarnos con cristianos creyentes, de lenguaje suelto, y no con los moñas estereotipados que copan la imagen sociológica de "los católicos"... eso no tiene precio...
En ese contexto conocimos al Sebas. Un antiguo yonqui protagonista de la fazaña de haber tenido un carnet de identidad cuyo domicilio era "Cañada Real s/n", es decir, un hombre que ha conocido y vivido el pozo de las cadenas, del sufrimiento... La amistad de los bocateros, el ser mirado de otra manera, la presencia de Dios en todo este lío, hicieron el milagro: salió del pozo y se convirtió en imprescindible entre ese grupo de amigos medio locos. Y emergió la bondad.
Como digo, apenas le conocí. Pero sí tuve esa impresión que se tiene con pocas personas: el considerar un privilegio el ser meramente saludado con una sonrisa, el poder decir "le conozco"... Ahí hay un misterio, que el mundo no puede entender. En primer lugar porque el mundo es una mierda. No el proyecto de Dios sino las fachadas que nosotros creamos. Un misterio entonces, el que una persona despreciada por ese mundo sea adelantado del Reino de Dios...
Antes de verle hecho polvo en la fiesta de los bocatas y en el hospital hace unos días, le vimos todavía sin caducar en Barcelona. Con su agujero traqueotómico reía a su manera cuando le comenté de lo peculiar de nuestra comunicación: yo, sordo como una tapia, y él, sin poder hablar. Un cromo, lleno de amistad y de alegría. Sebas, tío... ruega por nosotros