lunes, 19 de agosto de 2019

Rezar por Salvini y anunciar la verdad

Hay cosas que son sencillas... el amor es sencillo, aunque nos traiga complicaciones que nos pueden acarrear incluso la muerte. Lo cual, desde la Verdad, no sólo no es inconveniente sino que puede ser un gran regalo. Sencillo es saber que Salvini no ama a estas gentes rescatadas de las que se burla incluso. La cosa es seria. Sus seguidores jalean sus palabras con palmas y risotadas. Otros, que no usan de la franqueza de este hombre, miran a otro lado, calculan, regatean, disfrazan acciones represivas de grados brutales... es decir, tampoco aman. Tremendo, pues todos estamos llamados a amar porque previamente, en un previo que no se puede discernir y que desafía todos los males en que sufrimos y los absurdos que nos atormentan, somos amados.
El amor es sencillo: querer, en verdad, el bien de los otros. De todos los otros. Resistir mediante el bien, un bien tangible, que no calcula, que es arriesgado según el mundo. Preciso es, de una vez, que lo corazones inquietos comiencen a mantener reuniones discretas y apasionadas en que se hable con  pasión sobre los modos y medios que hay que buscar para sortear leyes y fronteras injustas y letales. Técnicamente es posible: las mafias lo hacen. A cambio de dinero. Nosotros, creyentes en la gratuidad absoluta del amor de Dios, ungidos en el Ungido para hacer el bien en sábado, frente al Herodes que quiera impedirlo... ungidos para subir a Jerusalén y escandalizar a las autoridades reconociendo al Cristo de Dios allí donde el mundo no le reconoce... en esas balsas y pateras... nosotros podríamos hacerlo, deberíamos hacerlo, por amor. No sabemos cuál es el grado de bondad de los que suben a esas barcas; más o menos, santidades y mezquindades... Tampoco sabemos el grado de urgencia de los que huyen de sus naciones... salvar la vida, hambre, esclavitudes... o salir del ostracismo, de míseras situaciones que propagan por el aire como una peste la convicción y la realidad de ausencia de futuro... Otros son enviados para poder ayudar a los que quedan atrás, para alimentar y curar con sus eventuales envíos a quienes malviven y no tienen medios para atender enfermedades... Sabemos que hay niños, sabemos que son hermanos... y sabemos que los que reaccionan de modo espontáneo ante la visión de los niños hablando de mafias, de chantaje, de manipulación emocional, para negar la ayuda inmediata... andan en terreno peligroso: un terreno del que hoy no se habla y que tiene que ver con la vida eterna.
El amor es sencillo. Y fuerte: no está sujeto a las políticas de este mundo. Tristes juegos respecto a los que pocos quieren quedar al margen, un margen que se llama disidencia, resistencia, insurrección orante y no violenta. Gloriosa ilegalidad por la que pudiéramos rescatar a los que van a morir en el mar y conducirlos a playas, y acogerlos, y amarlos... haciendo una sonora trompetilla, mística pero trompetilla,  a los poderes del mundo y sus uniformados y obedientes lacayos. Que, como los otros, son amados en ese previos eterno. Y por eso, llamados a desobedecer, por ejemplo, las órdenes de Salvini o de cualquier otro de izquierda o derecha que crea un deber cerrar las fronteras. En el desafío entra rezar explicitamente por Salvini y su gente.

domingo, 17 de febrero de 2019

VOX: UNA NUEVA OFENSA A DIOS…
La política no se puede sustraer de referencias antropológicas, morales, espirituales. Es decir, de una visión del hombre y de la historia. Decimos «nueva ofensa» porque el panorama que hoy ofrece la generalidad del mundo de la política no se corresponde con la visión que de la persona humana custodia la Iglesia como depositaria de la plenitud de la revelación…
Entre las alternativas que brotan al interior del que hoy es sistema dominante (dios referencial absoluto y exento de críticas esenciales), o en los aledaños del mismo, aparecen en un país tras otro las ofertas de la derecha tradicional presentadas con nuevas energías y con ánimo mesiánico frente a la «disolución de los valores»… Sus contornos fundamentales son fácilmente reconocibles: autoridad y glorificación de la policía frente a los delincuentes; familia, entendida como estable, de clase media, frente a los inmorales; ejército, como compendio de virtudes y valores; unidad nacional sagrada frente a los separatistas, es decir, frente a gentes que cuestionan una verdadera divinidad para proponer otras o no; tradiciones de religiosidad popular como expresión de religión frente a la izquierda que blasfema… y firmeza ante el nuevo enemigo: no ya los comunistas, antiguos demonios de la derecha tradicional, o los judíos según algunas de las variantes de esa derecha… sino los migrantes y refugiados que intentan entrar como pueden porque la ley les ha cerrado las puertas.
Una de estas irrupciones es Vox. Hasta ahora el catolicismo sociológico se ha dirigido al Partido Popular como opción connatural…y vaya usted a saber qué clase de mecanismos operan para que muchos católicos configuren de tal manera su vida como para contemplar algo como el PP identificado con el catolicismo. Es bueno recordar aquella aclaración fundamental que el señor Rajoy expresó en público durante una intervención congresual de su partido. Lo hacía para atacar a los nuevos políticos regeneradores de la izquierda débil que algunos se empeñan en seguir llamando «extrema izquierda». La frase en cuestión era ésta: «algunos piensan que la política es el sermón de la montaña…»… Una buena aclaración… el sermón de la montaña como humo, poesía desvinculada de la historia, irrealidad, romanticismo, ingenuidad…
Bien, esto es lo que queremos precisamente confrontar aquí: el contenido de ese sermón de la montaña, de lo que el propio magisterio de la Iglesia proclama, frente a lo que dice y defiende Vox.
No vamos a hacer una exposición detallada y ordenada de propuestas comparadas, sino un mero comentar, según se nos vaya ocurriendo, lo que vemos como verdadera antítesis…
Vox no cree en el sermón de la montaña, no cree en el amor a los enemigos, en hacer el bien al que hace el mal, en no reclamar lo prestado, en dar el doble de lo que nos pidan, en no condenar, en ofrecer la otra mejilla… No es que no lo vivan, pues sin gracia nadie puede vivir esto, sino que no lo creen porque sus propuestas contradicen estas verdades.
No creen en aquello de «fui forastero y me acogisteis». Según ellos no viene Cristo sino un enemigo, incluidos los bebés y los niños. Fomentando lo más bajo de la condición humana, dicen que vienen a traer enfermedades, a robar puestos de trabajo, a vivir del cuento por medio de ayudas sociales que son negadas a los españoles… Enfermedades, es decir, enfermos… nosotros tenemos la vida y el testimonio de Santa Teresa de Calcuta, de San Camilo de Lelis, de San Juan de Dios, de Damián de Molokai, de miles que sufrirían y se avergonzarían de escuchar a alguien predicando el rechazar a pobres por la posibilidad de que estén enfermos… «Estuve enfermo» nos dice Cristo…
No creen en la comunión de bienes, ni el origen y destino universal de los mismos, ni en la opción preferencial por los pobres, y por eso mismo, por no creer en esto que proclama la Iglesia (al parecer con escaso eco entre sus hijos, pastores y fieles), predican que el que se atienda sanitariamente a cualquier persona es un robo a los españoles. Que compartir es antieconómico, que Dios se ha equivocado al revelar esto con insistencia milenaria y a través de su Iglesia, de sus santos.
No creen a los Padres de la Iglesia cuando calificaban el estado de cosas en que unos mueren de hambre o languidecen en las miserias, como de homicidio y robo organizados. Es decir, consideran demagogia y populismo denunciar un orden de cosas que provoca injusticias hasta la muerte. Entre otras cosas porque los muertos son extranjeros que bien en países pobres o empobrecidos o sometidos. Es decir, porque no se trata, a día de hoy, de españoles. Y los españoles que sufren de injusticias terribles, deben estar alegres de contribuir con sus sacrificios –el de ellos- al combate contra el déficit público y el fortalecimiento de los mercados. No creen en la Sollicitudo rei sociales que escribió San Juan Pablo II, ni en todo lo demás que al respecto se ha proclamado.
No creen en la realidad de «quien quiera ganar su vida la perderá» y por eso su propaganda se basa en excitar una competencia entre pobres en la que unos tendrían preferencia sobre los otros a causa de su partida de nacimiento. No creen en la gratuidad del amor y el que esta verdad rija el mundo de la política.
No creen en la no violencia, ni como opción personal ni como opción comunitaria, política, es decir, como lo que reclamaba San Juan Pablo II para las relaciones entre pueblos y naciones y como modo de abordar los conflictos desatados… Para Vox esto es una estupidez; su mera propuesta, su mera verbalización constituiría un atentado al carácter sagrado (?) de las fuerzas armadas, de la historia de la propia nación, de su honor y etc. Por tanto no creen que haya que prestar atención a las acciones militares que matan a civiles.
Por supuesto no creen en la purificación de la memoria, reclamada por Juan Pablo II no sólo como acción espiritual de la Iglesia sino como cometido de los pueblos. Lo pidió en el año 2000, que unos a otros se pidieran perdón por los agravios históricos… ningún gobierno lo hizo. Y Vox representa la respuesta del nacionalismo ofensivo y sin complejos de quienes quieren una glorificación mítica de los pasados bélicos propuesta como ejemplo de firmeza moral y de amor a la patria para el devenir presente.
No creen en el perdón, que sería signo de mera debilidad y aún de complicidad con el mal. Por tanto no creen en la justicia restaurativa. Creen que esa justicia restaurativa, inexistente hoy, significa vejar a las víctimas. No conciben otra opción que la proporcionalidad del castigo, contemplado éste como respuesta única y cerrada en sí. Su espíritu contiene, a modo de semilla, lo que reclaman muchos de sus oyentes entre el pueblo y que no dudan en explicitar: la restauración de la pena de muerte.
No creen que se deba prestar la más mínima atención, ni nombrar siquiera el problema, respecto a malos tratos y torturas infligidos por representantes de la ley o de la milicia, cuerpos cuyos integrantes no tienen pecado original… Y menos aún si las víctimas son extranjeros pobres. Porque no creen ni en el amor a los que hacen mal, ni contemplan como grito que clama al cielo los ataques a los extranjeros, «vosotros, que fuisteis extranjeros en Egipto»…
No creen en el vínculo que tiene la defensa de los no nacidos con la defensa y el amor universal a los más débiles. Por eso pueden denostar el aborto y a la vez ignorar las necesidades reales de familias pobres, de mujeres pobres, y aún despreciar la vida de los bebés y niños que malviven y mueren al otro lado de nuestras infames fronteras. Es un antiabortismo ya conocido (Reagan, Trump, Orban…) y falso y estéril.
No creen en la vivencia de san Francisco o de tantos otros respecto al sufrimiento gratuito de las criaturas y por eso consideran traición patria la mera discusión respecto a la tauromaquia o la caza deportiva o las tradiciones populares en que se tortura a animales… Por supuesto no creen en la Laudato si, esta encíclica escrita por Francisco y plagada de retos profundos a los que nadie quiere escuchar desde el mundo de la política porque significaría poco menos que pasar a la clandestinidad y la disidencia.
No creen en la presencia del Espíritu en el mundo de las religiones no cristianas. Y concretamente y negando una actividad magisterial de la Iglesia a la que se han entregado ya seis Papas sucesivos, desmienten las relaciones entre cristianos y musulmanes predicando restricciones y prevenciones insultantes respecto a los seguidores del islam.
No creen en la doble advertencia expresada por Francisco en la exhortación sobre la llamada a la santidad Gaudete et esxultate: sobre quienes pretenden oponer las cuestiones de bioética, que serían importantes, frente al drama sangriento de la inmigración, que no lo sería; y frente a quienes dicen defender la vida de los no nacidos pero se muestran indiferentes u hostiles hacia la vida amenazada de niños ya nacidos, en peligro a causa de la injusticia, la guerra y el desamparo o rechazo contra los que huyen de esas guerras y esas injusticias. Fugitivos que van acompañados de sus hijos y de sus embarazos… No creen en nada de esto, y por eso predican la construcción de muros, «como Trump», de intervenciones militares en las fronteras, de miserables redadas para cazar y expulsar a quien no tenga una mierda de papel emitido por los hombres y cuya validez no se confronta con la ley de Dios, es decir, con el amor y el respeto y el derecho debido a toda persona, y más si es un niño, si es un pobre, un enfermo…
No creen en los ejemplos universales de quienes hoy va proponiendo el Espíritu como modelos… Oscar Romero, Jagerstater, Dorothy Day, Primo Mazzolari, Rovirosa, Tonino Bello, Christian de Chergé… y tantos otros y otras que son ignorados por este catolicismo sociológico simpatizante de Vox, porque sus vidas y sus actitudes y creencias contradicen una por una las actitudes y propuestas de este partido…
Y porque no creen en nada de esto reciben la felicitación de estos adalides de los valores evangélicos como son David Duke (dirigente del Ku Klux Klan), Banon, Salvini, Le Pen, Bolsonaro… y todo el cuadro cosmovisivo al que pertenece este partido y que nada tiene que ver con la gracia, el amor y la fe en Jesucristo por mas procesiones de semana santa y más sabatinas legionarias que quieran blindar legalmente…
Hablamos de la derecha de siempre, de ese dios-patria-familia, en que Dios es ofendido en sí a través de la idolatría patriotera y en sus hijos más pobres, la patria manchada por una falsa divinización que impide cualquier corrección histórico-moral y ensalza bellaquerías crueles, y la familia reducida a familia burguesa, desprovista del ser iglesia doméstica, profética… hasta llegar a identificar el bien con el patrimonio, como reza esa repugnante clasificación en que algunos sujetos son definidos como miembros de «buena familia»… ¡Tela!
El deseo de este bosquejo de clarificación es dar alguna luz y pistas para el debate. El deseo más profundo es que los católicos se gocen de serlo por gracia de Dios y reconozcan la verdad toda, los bienes espirituales que se les han dado de modo gratuito para ser repartidos de modo gratuito. Verdad enamorada, bella, ardiente, resplandeciente ante la degradación que representa el odio explícito enunciado por Vox contra extranjeros pobres. No ya sólo el mal que significa el odio y deseo de mal hacia delincuentes, sino el deseo de mal hacia personas por su ideología separatista, por su confesión religiosa islámica y en fin y como enfatizan ellos mismos, el deseo de mal, de cacería, grilletes, deportación, humillación, entrega a la miseria o a una probable muerte de las que luego no queremos saber nada, hacia personas que no tienen la mierda del papelito oficial por el que se les pudiera considerar un poquito ciudadanos como para evitar de momento la persecución…
Hay un deseo aún más profundo para este escrito. Deseo que materialmente se desvincula de cualquier efecto tangible que pudiera tener el texto aquí presente por la sencilla razón de que a las personas a las que se refiere no va a llegarles nunca. Se trata entonces de un deseo que opera en ámbitos solo sobrenaturales. Es el deseo de que los señalados aquí como responsables de esta nueva ofensa a Dios, los señores Abascal, Smith y los demás concentradores del voto del catolicismo sociológico, así como los que en el mundo se sostienen gracias a esa derecha tradicional que falsifica la religión (Trump, Duterte, Bolsonaro, Salvini, Orban y todos los demás) encuentren a Jesucristo. De verdad.
Este es el deseo. Ahora viene la pregunta provocadora y en cuya composición nos ha parecido a bien incluir lenguaje cervantino en aras de la expresividad… Si lo anteriormente dicho sobre lo que no cree Vox es así, aunque todas esas negaciones no fueran compartidas por todos o en el mismo grado; si las proclamas públicas de Vox contradicen groseramente el sermón de la montaña… ¿por qué demoníacas pelotas ese partido se sostiene, crece y seguirá creciendo merced a los votos de una multitud de personas que se autocalifican de católicos y que les votan o les votarán por eso mismo?

ÚLTIMOS Y PRIMEROS: EL TRÁNSITO DEL SEBAS

Ayer murió el Sebas. Mejor dicho, marchó a la Casa de la Vida. Convicción ésta que nadie nos puede arrebatar. Le conocí hace algo más de un año y nos vimos en contadas ocasiones; nada en comparación a los que han vivido con él. Le conocimos cuando conocimos a la gente de Bocatas, un grupo peculiar de cristianos que desde hace más de veinte años están por la Cañada Real compartiendo su amistad y sus bienes con los yonquis y otros hermanos malvistos por la mayoría.
Cruzarnos con los de Bocatas, Chules a la cabeza, ha sido para nosotros un regalo de Dios... Unos católicos que andan habitualmente con gente despreciada, que rezan y comulgan, que se comportan como ácratas espontáneos y festivos desechando formalidades burocráticas, la doma de las subvenciones y todo ese lenguaje repulsivo-administrativo por el que las personas, los hermanos, Mengana o Zutano... el Sebas, se convierten en "usuarios" para engrosar dossieres e informes elaborados tras la barrera de una mesa de despacho... Unos cristianos que están dejándose ensanchar el corazón para abrir los horizontes y acoger a quien sea de entre los últimos de nuestra tierra... Cruzarnos con cristianos creyentes, de lenguaje suelto, y no con los moñas estereotipados que copan la imagen sociológica de "los católicos"... eso no tiene precio...
En ese contexto conocimos al Sebas. Un antiguo yonqui protagonista de la fazaña de haber tenido un carnet de identidad cuyo domicilio era "Cañada Real s/n", es decir, un hombre que ha conocido y vivido el pozo de las cadenas, del sufrimiento... La amistad de los bocateros, el ser mirado de otra manera, la presencia de Dios en todo este lío, hicieron el milagro: salió del pozo y se convirtió en imprescindible entre ese grupo de amigos medio locos. Y emergió la bondad.
Como digo, apenas le conocí. Pero sí tuve esa impresión que se tiene con pocas personas: el considerar un privilegio el ser meramente saludado con una sonrisa, el poder decir "le conozco"... Ahí hay un misterio, que el mundo no puede entender. En primer lugar porque el mundo es una mierda. No el proyecto de Dios sino las fachadas que nosotros creamos. Un misterio entonces, el que una persona despreciada por ese mundo sea adelantado del Reino de Dios...
Antes de verle hecho polvo en la fiesta de los bocatas y en el hospital hace unos días, le vimos todavía sin caducar en Barcelona. Con su agujero traqueotómico reía a su manera cuando le comenté de lo peculiar de nuestra comunicación: yo, sordo como una tapia, y él, sin poder hablar. Un cromo, lleno de amistad y de alegría. Sebas, tío... ruega por nosotros

LA ALEGRÍA DE LOS OPRIMIDOS ES EL NOMBRE DE DIOS

Vamos a ponernos maleducados... vamos a decir que nunca dejaremos de dar gracias a Dios públicamente... Hablar de Dios, testimoniar su Misericordia, no es cosa de adultos europeos. Al parecer decir "Dios", agradecer el amor del Padre, su ternura, ansiar la gracia de Jesucristo y enmudecer de asombro por el amor de su abajamiento, querer respirar en el Espíritu... nos separa de los hombres, nos hace ser sus enemigos...
Son dos las acusaciones fundamentales al respecto: por un lado decir "Dios" públicamente sería ponerse del lado de los órdenes establecidos, es decir, justificar activa o pasivamente injusticias apocalípticas y situarse siempre con espíritu de temor frente a las rebeliones. Por otro lado, decir "Dios" en medio de los asuntos del mundo, de sus retos, de sus deseos y miedos, de sus alegrías y esperanzas... sería en sí una invasión, un atentado a las conciencias de los otros, un insulto, una imposición...
Es tal el rumor ambiental al respecto que muchos creyentes se apresuran a enarbolar la bandera de una imposible aconfesionalidad para poder meterse, razonablemente, en alguno de esos asuntos del mundo.
Perplejo, uno se pregunta si el dar razón espontánea de tu identidad y tu esperanza es una agresión a quienes tienen otra fe u otra visión del mundo y sin embargo trabajan coco a codo contigo en ese trabajo que es vivir y que te conduce a la amistad y al abrazo a los que nadie quiere abrazar. Todo es más sencillo... Oigo canciones de Keny Arkana... con satisfacción escucho llamadas a la revuelta, a romper con este mundo, a tener, obviamente, problemas con la pasma... Oigo en sus canciones a los oprimidos de este mundo, a los últimos... y oigo que esta chica habla de Dios, invoca a Dios... Oigo a Gabilonia, rap venezolano, y veo que ella no se casa con chavistas ni con antichavistas, que la opresión no tiene color, que los golpes de la poli tampoco tienen color... que no pone sus esperanzas ni en una falsa revolución ni en los que quieren volver al orden de los mercados... Y veo que canta a Dios, que invoca su ayuda y enaltece su amor por los aplastados... Oigo a Morodo, un rastafari de estas tierras que denuncia la sangre, la corrupción, la guerra y la injusticia con que Babilonia se burla de los empobrecidos... y veo que exalta el amor de Dios, su poder para fortalecer a los que no tienen fuerzas... Veo en fin a los sudafricanos en sus momentos álgidos de lucha cantando su himno, aquel Nikosi Sikelele Africa, "que Dios bendiga a África"... y luego retorno a esta Europa pagada de sí misma que considera una ofensa decir "Dios"...
Claro que hay y ha habido y habrá enormidades sangrantes e hipocresías monstruosas en nombre de Dios, y que el "Dios bendiga a América" de los imperialistas testimonia la contradicción... pero hay un "Dios bendiga a América" que se refiere a las marchas por la libertad y frente a la segregación, a las luchas obreras de Dorothy Day, al incansable y peligroso trabajo de la madre Cabrini en barrios y puertos... al lamento y las luchas de los indios despojados que claman a Wakantanka...
Hay una fuerza que brota de lo interior para manifestar esa identidad primera. No es asunto de batallas por confesionalidades institucionales, porque esas batallas son insolubles: si institucionalmente se reniega de Dios, es decir, se reglamenta su ausencia sin dejar espacio a las opciones personales manifestadas públicamente, esta reglamentación ya es una opción: Dios no pinta nada en la construcción de la ciudad. Como tal principio, es falso.Sólo tiene la virtud de la sinceridad: se van a hacer las cosas como queramos, no como indique un pretendido Dios... Si institucionalmente se reglamentan los juramentos religiosos, los milicos en las procesiones, las ornamentaciones sacras en los despachos... y una relación plácida con la Iglesia siempre y cuando la Iglesia estirpe sus glándulas proféticas... se llega a la caricatura habitual de jurar por Dios guardar órdenes sociales que contradicen radicalmente la voluntad de Dios.
Así pues, ante batallas en que esencialmente todos los contendientes dirimen asuntos turbios con armas de este mundo, se nos ha dicho: no participéis, "abandonad la ciudad"... no para eludir nada sino para ir a anunciar el reino de Dios a los pueblos, desde abajo, sin poder, a modo de fermento y combate sobrenatural, con la humildad de saber que todo es signo, semilla, y que tenemos que volver a empezar una y otra vez... Sin imponer nada, en actitud de dejarse crucificar, y sin avergonzarse del nombre de Dios. Él levanta de la basura a los pobres, envía mensajeros por los montes para anunciar la paz, quiebra lanzas y escudos, escucha los lamentos de los segadores explotados, elige a los que el mundo desprecia... ¡Cómo no cantar sus hazañas en medio de un mundo que se burla de Él o lo manipula para sus suciedades y sus sangrías!

Europa no aguanta esto. Culturalmente no lo aguanta. E incluso glorifica como un logro de la libertad la blasfemia rebuscada e hiriente. El caso reciente de Willy Toledo, Forcano y los llamados Abogados cristianos, es una muestra de lo confinante, caduco, asfixiante que pueden llegar a ser estas batallas mundanas. En este caso, el único protagonista creíble es la Virgen María, que, por cierto -y no es un añadido consolatorio- ama a todo los actores de este tinglado:
*uno que cree que va a cambiar el mundo viejo, pletórico de maldad, por uno nuevo, blasfemando y diciendo que eso es un derecho... Es decir, uno que trabaja por apuntalar el más viejo de los mundos. Literalmente, porque si a algo tan serio, enraizado y profundamente demoníaco como es el capitalismo, lo que se le opone es el experimento cubano o el venezolano, o como Pablo Hasel canta explícitamente, el gulag de Stalin, esto significa que estamos en un territorio de cegueras y de sectarismo: ya no se lucha contra la tortura sino dependiendo del uniforme del torturador, ni contra la desigualdad sino dependiendo de quien administra los bienes. Y así en todo, como en este occidente bendito que clama contra el terrorismo, y mata niños y más niños con sus bombardeos...
*otro, un teólogo que más bien habría de llamar ególogo, pues no admite más autoridad que la suya. En lugar de amar a Willy, y anunciarle la bondad de Dios, de la Madre, las grandezas a que él mismo está llamado, el perdón de su blasfemia...y  desde ahí, animarle a que, entonces sí, luche por otro mundo... en lugar de eso, se le dice que porque le han atacado unos fachas esto significa que tenía razón y que tiene todo el derecho del mundo a decir palabras obscenas contra la Virgen María... El pretendido teólogo, que desconoce el amor que le tiene, a él en concreto, la Madre de Dios, se muestra incapaz de relacionar lo que dice la fe de la Iglesia sobre la Virgen (esos detalles al parecer biológicos de los que se burla como falsos e inútiles), con la liberación de los cautivos y el enaltecimiento de los pobres... Triste ideología. Nosotros preferimos la fe de San Francisco, y de Juan XXIII, y del Padre Las Casas, y de Dorothy Dasy y de Edith Stein, de Romero... la de todos los que han contemplado el sufrimiento de los últimos y han rezado con fervor el Ave María.
*por fin, los pretendidos abogados cristianos... Con ese título uno podría pensar que la organización se ha distinguido en la defensa de causas perdidas, que está presente de modo alegre y gratuito, y esperanzado y con su propia identidad cristiana, esto es, en el nombre de Cristo, en el mundo de los yonquis, el mundo de las pateras, el mundo de los desahucios y todos los que nos podemos imaginar... Pues no. Son notorios por intentar medidas punitivas contra algún pobre mamarracho que blasfema desconociendo su propia dignidad.... Eso de devolver bien por mal no entra en su apelativo de cristianos. Se puede desautorizar la blasfemia, se puede anunciar que no es ningún derecho, que sí se hace para herir a otros con conciencia... se puede incluso actuar de modo no violento para obstaculizar esas trágicas ofensas y llamar al boicot... pero en espíritu de amor por los ofensores, dejándose dañar y no procurando el daño de los blasfemos. Esto nos dice Él en su Evangelio.

Así pues, y ya que queremos otro mundo, vamos a contemplar los combates desde lo dinamismos de ese otro mundo. Para mayor gloria de Dios.
LA FOSA COMÚN DEL MEDITERRÁNEO... Y EL PROFETA ISAÍAS


ASESINAR LEGALMENTE
Hay un lenguaje ajeno a convenciones y a prudencias políticas que todos pueden entender. Te podrán decir entonces que tus palabras son mentira, pero te entenderán. Te dirán que matices, que no exageres, pero te entenderán... Por supuesto quienes así hablan no mueren en los mares-muros de este mundo, ni ven morir a sus hijos, ni dejan cadáveres en los desiertos, ni sufren abusos de mafias, policías y soldados, ni se juegan la vida para huir de guerras y matanzas, de hambres y miserias, de la sensación y realidad de que "no hay futuro"...
Hay que situarse en un terreno que es anterior al de los vaivenes políticos, al doble lenguaje de las democracias o la franqueza de los protofascismos emergentes. Ese terreno es un lenguaje que ya usaban los Padres de la Iglesia al referirse a los modos y fundamentos de la sociedad vigente: habla de homicidio y robo. Estamos matando a nuestros hermanos, gente de pueblos a los que estamos robando. Matamos porque sabemos que cerrar la frontera a una persona, aunque sea un bebé, por razón de que es pobre, porque no puede acreditar que tiene pasta, es conducirle a intentar cruzar esa barrera por otros medios, medios de alta peligrosidad en los que mueren miles. Esto lo sabemos. Y lo hacemos. Y no sólo lo hacemos sino que ante lo imparable de un movimiento que ya es un proceso histórico, entorpecemos el auxilio, miramos a otro lado, encubrimos los eventuales crímenes directos que algunas fuerzas han realizado en el mar, provocando hundimientos, agrediendo a gente en el agua... El doble lenguaje disfraza el rechazo, se sazona con rescates publicitados, con mantas de la cruz roja y con subvenciones a ongs... pero las fronteras siguen cerradas y nadie querrá abrirlas. Las gentes seguirán muriendo en el Mediterráneo, en el Caribe, en los desiertos de África y América del Norte, en las grandes rutas que recorren Centroasia y Centroamérica dejando un reguero de cadáveres...

NI EXAMEN DE CONCIENCIA NI ARREPENTIMIENTO
La responsabilidad histórica de quienes en esta etapa ostentan el poder es una responsabilidad espiritual que, por ello, integra la responsabilidad política de gobernantes y súbditos. Es decir, hablamos entonces del mundo de las ultimidades, del vivir frente a Dios, de las opciones vitales que sitúan a una persona, a una sociedad, frente al bien y el mal. No de la oportunidad, ni de los beneficios o costes de una elección, o de los peligros de la misma, sino del bien y del mal.
Las migraciones tienen que ver con la pobreza impuesta y con la guerra. Ambas se relacionan. El gigantesco sistema de explotación de recursos en que se basa nuestro mundo parece inabordable: sobre todo, cuenta con la colaboración inestimable de los súbditos que se benefician materialmente o esperan beneficiarse materialmente de tal maquinaria desbocada... Efectivamente, en el mundo de la abundancia, pocos parecerían dispuestos a reconocer, por ejemplo, que la locura de las ofertas de aplicaciones sin fin en móviles (la mayoría memeces) y la obsolescencia programada significan un consumo desaforado para el que se precisa que varios millones de personas mueran en las guerras del coltán... En ese mundo de abundancias, casi nadie querría acabar con la locura de los envases, los tetrabriks, para organizar la obviedad del lavado y la reutilización... En este mundo casi nadie admitiría cambiar las dietas, hacerlas más sencillas a causa de una oferta vinculada con el medio en que se vive, con las temporadas... No. Un sistema condenado a la huida hacia adelante para no derrumbarse y que en su camino arrasa comunidades, pueblos, tierras; un sistema que precisa movimiento de personas según sus vertiginosos ascensos o descensos en sus variables económicas... tiene como consecuencia el no reconocer, nunca, el daño que se comete, y, como colofón de la autocomplacencia subsiguiente, el incrementar el daño por medio de decisiones personales que rizan el rizo... Así, un memo joven y triunfador al mando de un ordenador, hace una serie de operaciones especulativas movido por su codicia... y de repente, el precio de tal o cual producto sube o baja, y en una semana, en el culo del mundo, varios cientos de miles de pequeños cultivadores o de braceros se quedan sin tierras o sin trabajo.
Hoy, fuera de las paponadas de discurso de algún régimen con tendencias estatalistas que en sí frustra las legítimas ansias de revolución justa, no hay reconocimiento de que el mundo del poder (la unión europea, norteamérica, los emergentes asiáticos, el otro nuevo bloque de matriz rusa...) vive de un sistema neocolonial que constituye un robo de proporciones inauditas.... Las gentes aplastadas por los movimientos ya casi impersonales, automáticos, de este género de relaciones, huyen, sobreviven, buscan empezar en otro lado, sostienen a sus familias que quedan atrás.... No se reconoce culpa alguna en esto, en estos "mecanismos perversos" como los definía San Juan Pablo II. Es sólo el juego de la economía libre, dicen.
Hablamos entonces del mundo del espíritu: negarse a reconocer una culpa, un pecado que cuesta la vida a miles y miles y más miles,y que se ha instalado como paisaje de nuestro mundo desde hace décadas. Estamos matando.

LA LOCURA DE LA BONDAD
Es tal la urgencia de la gente que muere a diario a causa de estos mecanismos, que esto nos empuja precisamente y otra vez a una toma de decisiones que viene del mundo del espíritu. No se puede esperar a que un numeroso sector de los pueblos tome conciencia y, con suficiente influjo socio-político comience a cambiar las cosas: la gente, mientras, sigue muriendo en el intento de atravesar las murallas anti-pobres.
Tampoco se puede esperar que un gobierno concreto, a causa de una evidente urgencia moral, abra las fronteras:sus votantes asaltarían literalmente los edificios públicos... o el partido relevaría a su jefe argumentando enajenación mental...
Y sin embargo... Viene al caso contar una venerable historia bíblica que, al parecer, no creen la mayoría de los que, judíos y cristianos, dicen creer que la Biblia es Palabra de Dios. El rey Acab está asustado; tiene encima la amenaza destructiva de un imperio que va a atacar y no dispone de fuerza para rechazarlo. Los consejeros, técnicos sensatos de la lógica política, evidentemente cuentan los medios, calculan y proponen soluciones factibles: haga usted alianza con mengano y con zutano y así las cuentas cuadrarán, así, racional y lógicamente, se podrá hacer frente al problema... Pero he aquí que aparece un visionario, un loco, que le propone otras cuentas, y, sobre todo, que le dice que los consejeros no han contado con las variables fundamentales. El tal loco se llama Isaías y sitúa al gobernante en los parámetros reales de aquella época: si te alías con mengano y zutano, te alías con sus concepciones vitales, con sus dioses, y esto, en aquel contexto, significa que rompes la Alianza con Dios, quien te dice que hagas el bien siempre. Un bien que, en aquel contexto, significa guardar la Alianza. Y dejar en manos de Dios lo que haya de ocurrir por guardar la Alianza...
Hagamos transposición a nuestros propios retos: los consejeros nos dicen que el mundo es como es y tiene unos mecanismos de equilibrio que significan exclusivamente equilibrio para nosotros; fuera puede haber genocidios con tal de que los mecanismos financieros y económicos están engrasados; si los escrúpulos ante tanta sangre y tantos gritos sacuden la conciencia, los consejeros pueden admitir que ciertamente el mundo es injusto, pero que no se pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana. Y ya está. Entonces, los consejeros advierten de las consecuencias de ciertas imprudencias: si se aflojan las fronteras o se abren, efecto llamada, problemas inter-raciales, gastos sociales disparados, castigo por parte de los gobiernos vecinos, boicot financiero... Por supuesto, los consejeros presentan esto de forma determinista, sin resquicios, sin maniobras posibles. Lo crucial es entonces el consejo que dirime todo: romper la alianza, dar culto a los dioses, para sobrevivir, esto es, legislar y realizar la inmoralidad absoluta de decirle a una persona que huye: tú no tienes pasta, luego no puedes pasar aquí; no importa que vayas con niños ni que huyas de la muerte: enséñame la pasta y te daré un visado, y la residencia. Si no, aquí está nuestra valla, nuestra policía, nuestros perros, nuestras armas... A lo mejor, sólo a lo mejor, luego te rescatamos en el mar. Sin exagerar, oiga. Pero por aquí no pasas. ¿O es que quieres que hagamos el bien porque lo dice Dios? Eso no es realista.

A MODO DE PRESENTACIÓN PARA QUIEN SEA, SI LO HUBIERE...

Me llamo Gerardo. No creo que internet sea panacea alguna para la comunicación. Sí, como posibilidad de expresión para muchos... No ciertamente para muchísimos, los más importantes, los últimos, los que no tienen electricidad, ni aparatos, ni saben leer... Yo, en esta parte del mundo y con mis circunstancias particulares, parece que sí puedo expresarme. La comunicación de lo expresado es otro cantar: obviamente hablamos de un artefacto que está sobre-saturado hasta el infinito.
No es cosa mía entonces el provocar esa comunicación. Con varios libros escritos y alguna publicación modesta sobre papel, opto por esta vía ahora y dejo en manos de Dios el posible fruto o la ausencia de fruto. Porque soy cristiano.
El blog -uno más entre millones- se llama disidencia. No pretende ser ninguna petulancia: en el mundo democrático de capitalismo desarrollado la disidencia ha sido engullida mediante la tolerancia; es decir, es tal la doma colectiva, tal la "felicidad" consecuente de los domados, que no pueden ni quieren imaginar otros parámetros. Escaldados por las experiencias dolorosas y fallidas que han supuesto las supuestas alternativas, tanto los que protestan como los que no lo hacen, o los que se revuelven contra concreciones y hechos por motivos dispares entre sí, y los que aprueban tal o cual medida, ley, o lo que sea, prácticamente todos... se mueven dentro de los horizontes de "lo que hay". La disidencia entonces es una moda, un ejemplo de la tolerancia del sistema. No hay apenas persecución, se puede decir casi todo. Se pueden denunciar genocidios, crímenes de Estado, corruptelas esenciales al sistema. Se pueden hacer películas sobre ello... Como en 1984 de Orwell, cuando crees haber encontrado literatura disidente, resulta que tiene origen en el propio Gran Hermano. Crees que la exposición de ideas disidentes puede hacer tambalear algo, y resulta que al poder no sólo le importa un rábano sino que, si se tercia, pueden darle a uno un premio a la solidaridad o algo así.
Y sin embargo... pongámonos en el terreno de las hipótesis: si una pequeña semilla creciera de verdad; si muchas almas disidentes que confían en la Providencia y no en sus supuestas fuerzas o estrategias, actuaran como tales... es decir, si la economía y las estructuras jurídicas de este mundo sufrieran el embate de verdaderos y notables boicots, si grupos de alegres conspiradores que rezan y aman se reunieran aquí y allá para conspirar de verdad... Si con visibilidad suficiente hubiera gentes que marcharan realmente contra corriente y poblaran cárceles de cantos y oraciones, y lograran cerrar empresas y crearan redes clandestinas para ayudar a los nuevos fugitivos de hoy, los llamados ilegales... Y tantas cosas...
Sin petulancia, con la seguridad de no ser leído apenas, con la certeza de ser comprendido escasamente por alguien, comienzo este blog a la una y media de la madrugada del 30 de junio de 2018 para colaborar en la medida que pueda en el crecimiento de un movimiento que ya existe en las reflexiones de algunos, en las inquietudes de algunos otros, y que debe llevar, un día, a que multitudes desarmadas que se dejen agredir con los corazones tensos por el amor de Dios, asalten fábricas de armas, derriben físicamente las murallas anti-pobres, ocupen carnicerías abortistas, abran brechas literales en centros de detención, introduzcan a hermanos sin techo en los despachos de los banqueros, y en fin, protagonicen gestos revolucionarios, símbolos y realidades a la vez, que hablen a las gentes de la dignidad sobrenatural de todo ser humano y del valor de las criaturas, de todo lo bello que Dios nos ha revelado y que exige una verdadera revolución, esto es, la demolición de las bases espirituales, sociales, jurídicas,estructurales, de esta sociedad. Subversión y derrumbamiento del orden vigente mientras en el propio tejido social se conjuga la lucha no violenta con la creación de espacios alternativos. Esto exige mucha humildad: ninguno la tenemos, todos la podemos implorar.
Este tipo de "manifiestos" provocan burla. Lo sé. A otros, les acentúa el desánimo... Los pocos inquietos que pululan por ahí se sienten solos y estériles, en peligro de amarguras y desconfianzas, en peligro de terminar viéndose el ombligo para vivir en lamentos o, peor, para separarse orgullosamente de las gentes. Cuando Elías era perseguido por el poder, nos narra la Escritura, se sintió abatido: nadie escucha, estoy solo y quieren matarme, le dice a Dios. Pero Dios le contesta con algo sorprendente: tengo a siete mil que no han doblado su rodilla ante Baal... Un resto, una dispersión, una semilla de rebeldía frente a ese poder omnímodo que modela los espíritus.
Los artículos, articulillos, comentarios, o lo que sea me venga al corazón y la mente para compartir, probablemente no estén a la altura de esta pretensión. Mi intención, no obstante, es que se entiendan a modo de miembros de un organismo: pueden versar sobre algún acontecimiento muy concreto, pero sólo se pueden entender de verdad según esta pretensión total: propagar un espíritu de real disidencia. Otras aportaciones pueden ser más abstractas, o centrarse sobre alguna referencia histórica o literaria... Todo concurrirá a lo mismo: colaborar, con la gracia de Dios, a la forja de creyentes rebeldes. Con la suficiente veracidad al respecto como para que el día de mañana puedan ser fichados por la pasma a causa de alguna picia escandalosa. En estricta no violencia por convicción, no por estrategia ni debilidad. Mañana, si Dios quiere, comienzan los artículos. Chao