lunes, 19 de agosto de 2019

Rezar por Salvini y anunciar la verdad

Hay cosas que son sencillas... el amor es sencillo, aunque nos traiga complicaciones que nos pueden acarrear incluso la muerte. Lo cual, desde la Verdad, no sólo no es inconveniente sino que puede ser un gran regalo. Sencillo es saber que Salvini no ama a estas gentes rescatadas de las que se burla incluso. La cosa es seria. Sus seguidores jalean sus palabras con palmas y risotadas. Otros, que no usan de la franqueza de este hombre, miran a otro lado, calculan, regatean, disfrazan acciones represivas de grados brutales... es decir, tampoco aman. Tremendo, pues todos estamos llamados a amar porque previamente, en un previo que no se puede discernir y que desafía todos los males en que sufrimos y los absurdos que nos atormentan, somos amados.
El amor es sencillo: querer, en verdad, el bien de los otros. De todos los otros. Resistir mediante el bien, un bien tangible, que no calcula, que es arriesgado según el mundo. Preciso es, de una vez, que lo corazones inquietos comiencen a mantener reuniones discretas y apasionadas en que se hable con  pasión sobre los modos y medios que hay que buscar para sortear leyes y fronteras injustas y letales. Técnicamente es posible: las mafias lo hacen. A cambio de dinero. Nosotros, creyentes en la gratuidad absoluta del amor de Dios, ungidos en el Ungido para hacer el bien en sábado, frente al Herodes que quiera impedirlo... ungidos para subir a Jerusalén y escandalizar a las autoridades reconociendo al Cristo de Dios allí donde el mundo no le reconoce... en esas balsas y pateras... nosotros podríamos hacerlo, deberíamos hacerlo, por amor. No sabemos cuál es el grado de bondad de los que suben a esas barcas; más o menos, santidades y mezquindades... Tampoco sabemos el grado de urgencia de los que huyen de sus naciones... salvar la vida, hambre, esclavitudes... o salir del ostracismo, de míseras situaciones que propagan por el aire como una peste la convicción y la realidad de ausencia de futuro... Otros son enviados para poder ayudar a los que quedan atrás, para alimentar y curar con sus eventuales envíos a quienes malviven y no tienen medios para atender enfermedades... Sabemos que hay niños, sabemos que son hermanos... y sabemos que los que reaccionan de modo espontáneo ante la visión de los niños hablando de mafias, de chantaje, de manipulación emocional, para negar la ayuda inmediata... andan en terreno peligroso: un terreno del que hoy no se habla y que tiene que ver con la vida eterna.
El amor es sencillo. Y fuerte: no está sujeto a las políticas de este mundo. Tristes juegos respecto a los que pocos quieren quedar al margen, un margen que se llama disidencia, resistencia, insurrección orante y no violenta. Gloriosa ilegalidad por la que pudiéramos rescatar a los que van a morir en el mar y conducirlos a playas, y acogerlos, y amarlos... haciendo una sonora trompetilla, mística pero trompetilla,  a los poderes del mundo y sus uniformados y obedientes lacayos. Que, como los otros, son amados en ese previos eterno. Y por eso, llamados a desobedecer, por ejemplo, las órdenes de Salvini o de cualquier otro de izquierda o derecha que crea un deber cerrar las fronteras. En el desafío entra rezar explicitamente por Salvini y su gente.